El «Pacto de San Sebastián», celebrado el 30 de agosto
de 1930, marcó el inicio de una carrera que finalizaría
ocho meses más tarde, el 14 de abril de 1931, cuando se
proclamaba en España la segunda República. Los
dirigentes de las diversas tendencias antimonárquicas
–Lerroux, Azaña, Sánchez Albornoz, Galarza, Alcalá-
Zamora, Maura, etc...– llegaron a un acuerdo para
planificar un futuro gobierno de carácter republicano
junto a los socialistas del PSOE. Se estaba poniendo la
semilla que fructificaría poco después, con la efervescencia
de pequeños grupos republicanos, la aquiescencia
no activa de ciertos sectores de la sociedad, y la
pasividad de la mayor parte de la misma y de las Fuerzas
Armadas y Cuerpos de Seguridad.
Terminaba 1930 con las sublevaciones republicanas de
Jaca y Cuatro Vientos, verdaderas intentonas golpistas
contra la monarquía y el poder legalmente constituido,
promovidas ambas por los comités revolucionarios
surgidos a la sombra del «Pacto de San Sebastián», y
muy poco democráticas, si nos atenemos tanto a su
planteamiento como a su ejecución.
Cuatro meses más tarde, por la vía de los hechos
consumados, y por el abandono del monarca, se proclamaría
la República en España. Era la segunda vez en la
historia que sucedía. Sólo duraría cinco años, tres
meses y cuatro días.
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